Relato basado en el cuento de Paloma Orozco, La sombra que quiso viajar
Aquella
sombra estaba harta de ser siempre lo mismo y estar todos los días, los meses,
los años… en su propio sitio. Desde hacía mucho tiempo, sus luces eran
titilantes. Esta figura se posaba en el alto techo de la entrada de una
vivienda familiar. Pero, lo que quería esta silueta era estar como en sus
momentos felices, limpia, brillante y magnífica; y dejar de ser ínfima y de
tenerse que mimetizar.
De
vez en cuando escuchaba a los dueños de la vivienda decir que tenían que
cambiar esa lámpara fea. Ésta se ponía triste al escuchar estas palabras.
Un
día, los dueños se acicalaron, se fueron de la casa, y la sombra se quedó a
oscuras. Cuando volvieron, empezaron a comentar algo sobre una casa que habían
visitado y que les había gustado mucho. Una niña dijo que el lecho era muy
cómodo y que la casa tenía muy buenas vistas.
Al
día siguiente, toda la familia empezó a recoger las cosas de la casa y a
meterlas en cajas, la sombra no entendía nada y de repente cerró los ojos y
cuando los abrió… Estaba en otra casa diferente y más bonita. Los tonos de las
paredes eran ocres y tostados. Se dio cuenta también de que ya brillaba y
lucía.
A
partir de ese momento toda la familia estuvo feliz, incluida la figura, y lo
celebraron con una fiesta de bienvenida con serpentinas.
Desde
entonces, la sombra se dio cuenta de que había logrado su meta.
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